Orange lanza OMEC (1975)
Orange se convirtió en OMEC con el lanzamiento del primer amplificador de guitarra programable digitalmente en la década de 1970, pero la falta de financiación restringió su avance comercial.
Cliff Cooper, fundador y director ejecutivo, lo explica todo: «OMEC significa Orange Music Electronic Company. Elegimos la palabra «electrónico» para referirnos a amplificadores digitales y transistorizados, a diferencia de los amplificadores de válvulas que habían consolidado la marca Orange a principios de los 70. Los principales productos de OMEC a mediados de los 70 fueron el amplificador digital programable, el amplificador de estado sólido Jimmy Bean y, el más exitoso, el Jimmy Bean Voice Box. Vendimos miles de ellos».
Una primicia digital
El OMEC Digital fue el primer amplificador digitalmente programable del mundo, que permitía a los músicos introducir cuatro sonidos predefinidos y recuperables al instante. Cada uno de los cuatro preajustes contaba con siete controles de sonido programables: volumen, graves, agudos, reverberación, sustain y dos efectos específicos, entre fuzz y trémolo. La potencia del amplificador era de 150 vatios a 4 ohmios.
Invertimos mucho tiempo y dinero en desarrollar este revolucionario amplificador digital, y todavía me duele recordar cómo nunca tuvimos la oportunidad de comercializarlo adecuadamente. La razón fue que el banco no me prestó el capital necesario para seguir desarrollando el producto y hacerlo rentable.
Chocando contra una pared
En aquel entonces, los gerentes de banco tenían una actitud muy victoriana y solían llevar cuellos blancos rígidos y corbatas oscuras. Si tenías el pelo largo, tenías pocas o ninguna posibilidad de conseguir un préstamo, y si parecías joven, era improbable que la secretaria de tu gerente te aprobara. Antes de pedir un préstamo a mi banco para desarrollar el chip del amplificador digital, me corté el pelo y me dejé crecer una especie de barba para parecer mayor. Huelga decir que fue una pérdida de tiempo total y mi solicitud fue rechazada.
Si hubiera vivido en Estados Unidos, estoy seguro de que las cosas habrían sido muy diferentes. Allí te juzgaban por los méritos de tu plan de negocios, no por tu apariencia.